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Quedan ya muy atrás aquellas teorías y discusiones sobre la «nueva normalidad». Pronto, el mundo cumplirá dos años en pandemia, una situación que ha reconfigurado nuestra manera de entender el mundo y nuestras vidas. Los cambios pueden ser mucho más profundos de lo que creemos, incluso algunos puede que sean para mejor.
El profesor de Filosofía y Metafísica de la Universidad de Durham, Stephen Mumford, explicó en su tratado sobre fútbol, Football, the Philosophy Behind the Game (Polity, 2019), que parte del secreto de este deporte es que nadie sabe nunca qué es lo que va a suceder, ahí reside su interés. Dentro de esa incertidumbre, seguía, el punto de penalti tiene un significado especial. Es donde más emoción, angustia y alegría se pueden concentrar, especialmente en una tanda de penaltis. Es uno de los aspectos de un partido sobre los que, según este profesor, los jugadores no pueden tener el control. Es decir, el portero no puede controlar hacia donde dispara el lanzador y viceversa, aunque intervengan las técnicas de engaño.
En los deportes de equipo, el tiempo de juego que los jugadores disfrutan en la competición es un recurso limitado muy valorado por los deportistas. En el balonmano, por ejemplo, el entrenador debe distribuir 420 minutos de juego (60 minutos del partido x 7 jugadores) entre al menos 16 jugadores, lo que supone apenas 26 minutos de media para cada jugador. En el fútbol, los 990 minutos (90 minutos del partido x 11 jugadores) deben repartirse entre más de 25 deportistas; en este caso, los futbolistas deben conformarse con un máximo de 40 minutos por encuentro de media. Como consecuencia de esta realidad, la rivalidad interna y la lucha por el tiempo de juego es una característica destacada en los deportes colectivos de elite.
Uno de los mitos más extendidos en el fútbol es la existencia del gol psicológico. Un gol psicológico es aquel que se marca en los últimos minutos de la primera parte, justo antes de la detención del juego y de que los equipos se vayan a los vestuarios. La creencia es que recibir un gol en ese preciso momento puede dañar de forma definitiva la confianza de los jugadores y mermar sus posibilidades para ganar el partido.
Existen muchos miedos, pero tal como dejó escrito Lovecraft, uno de los grandes genios de los relatos de terror, el mayor temor humano siempre ha sido a lo desconocido. Lo hemos vivido desde nuestra más tierna infancia. No saber qué hay en esa habitación oscura o desconocer a quién nos vamos a enfrentar en el terreno de juego siempre es más inquietante que la constatación de que hay un monstruo bajo la cama o de que jugamos contra el favorito en todas las quinielas. Porque el rival puede ser inexpugnable, pero está ahí, sabemos de su existencia y podemos empezar a pensar qué hacer o cómo actuar. Tierra firme que no podemos pisar si no tenemos ninguna información.
La estrecha relación entre la mente y el rendimiento físico, a medida que avanzan las investigaciones de la ciencia deportiva, es cada vez más manifiesta. Por ejemplo, un reciente estudio publicado en la revista Retos de la FEADEF (Federación Española de Docentes en Educación Física) sobre la relación entre las capacidades motoras y mentales concluía que una alta resistencia cardiorrespiratoria se asocia con una mayor memoria, cálculo matemático, velocidad de razonamiento lingüístico y creatividad en los adolescentes, independientemente de su edad y sexo.
El autocontrol es un rasgo esencial para un entrenador. Tener control emocional permite gestionar mejor las situaciones cuando hay que tomar decisiones. Por eso no es recomendable que un preparador se vea demasiado afectado por una derrota o una victoria. Las consecuencias de un mal ajuste psicológico pueden llevar a evaluar de forma incorrecta lo que ha pasado, a atribuir la responsabilidad del éxito o el fracaso de forma errónea y a adoptar consecuencias para el próximo partido poco afortunadas.
Evelina Cabrera es exjugadora profesional de fútbol, actual entrenadora, activista dedicada a transformar el fútbol femenino en América Latina y estudiante del Barça Universitas en el tiempo que le queda. Nos reunimos con ella para conversar sobre los estudios, proyectos en curso y a largo plazo, opiniones acerca del presente y el futuro del fútbol femenino.
La celebración de un gol es un buen momento para comprobar el estado de salud mental de un equipo.1 Inmediatamente después de anotar un tanto, el jugador y el conjunto que han marcado se convierten en el centro de atención de los espectadores y los medios de comunicación. Las acciones que proponen los futbolistas en esos segundos de alegría permiten valorar el funcionamiento interno de un equipo y comprobar el nivel de cohesión que existe entre los jugadores.
Los deportistas de alto nivel son cada vez más viejos. La tecnología, los materiales, la nutrición, la preparación, la prevención de lesiones, la inversión económica, el conocimiento científico o el excelente nivel de los entrenadores son algunos factores que han alargado las carreras de los jugadores.